viernes, 31 de enero de 2014

Vivo por fuera y muerto por dentro XVIII

Capitulo 18- Estilo

P
aralizados, sabían que no podrían ganar, eran muchos, así que pensaron rápidamente, buscaron alguna salida o puerta, algo que les ayudara a escapar o ganar tiempo, algunos miraban las cosas avanzar a ellos a una velocidad moderadamente veloz. Hasta que John jaló de la mano a Vel y le indico una pequeña reja donde podían pasar por debajo.
-¡Vel por acá!
Exclamó John corriendo al enrejado cubierto de plantas y arbustos, sobresaliendo un pequeño metal puntiagudo que brillaba.
-¡Chicos, por aquí podemos ganar tiempo!
También exclamó Juria.
Todos corrieron hacia la reja y lograron pasar por debajo de la reja, que estaba tan bien camuflada entre montones de hojas secas, enredaderas que crecían y subían en ella de color verde esmeralda y verde limón, y la tierra cubierta de pasto café y amarillento pero con ligeras manchas de verde, pero Jeim fue tomada de su pie por una de esas cosas, con cara de reptil y una mano casi pegada al cráneo la empezó a jalar.
-¡Jeim!
Gritó Togam y con una patada Jeim le incrusto el metal afilado sobresaliente en su ojo, llegando hasta su moribundo cerebro, tapando el pequeño desnivel.
Después de un rato caminaron pensando en una estrategia, pero todo el tiempo John tomando la mano de Vel, y con la otra empuñando la espada filosa pero ligera.
-¿Y si regresamos por más?
Pregunto Jeim.
-¿Más qué?
Regreso Juria con otra pregunta con un tono altanero y algo hiriente.
-Púes, con más personas, más armas... Más posibilidades. Sugirió él.
-Estas más que loco. Comento Juria alterada, se levantó y se fue a revisar el perímetro.
-¿Qué? ¿Dije algo malo?
Pregunto culpable Jeim.
-No, verás, si regresamos Albert no dejará que nos ayuden o también, si lo logramos, seguramente nos dejará morir o luego nos echaría. Explico Togam. Iré por ella, no se preocupen. Dijo Togam y saliendo trotando en busca de Juria.
-Será mejor hacer un buen plan. Una buena estrategia. Comento Jey.
-Sí, pero ¿qué?
Pregunto Brun.
-Podemos acabar con ellos en partes. Sugirió John.
-Imposible. Cortó verazmente Vel a John. -No somos tantos para acabar con todos ellos, ni juntos ni separados.
-¿Alguna idea?
Pregunto Brun.
-Hay una. Sugirió Paty.
-Dinos, si es que tienes alguna. Dijo Eric.
-Sí, tengo una. Dijo Paty enojada, Eric no le daba buena espina, y prosiguió. -Púes... Bueno, yo propongo lograr reunir a un cierto número de esas cosas en un lugar de pasto rodeados de hojas, pero en el centro libre de árboles, amarrar mis hilos y de un movimiento cortar a todas y cada una de ellas. 
-Suena inteligente. Admitió Jey.
-Sí, pero ¿y las demás de esas cosas?
Cuestiono Eric.
-Simple, las eliminamos haciendo un segundo anillo alrededor del de Paty, y disparamos a la mayoría, las demás podrían encargarse cuerpo a cuerpo después de terminar con el fuego. Termino de decir Vel para que Eric no comentará más, estaba haciéndolo apropósito para molestar a Paty.
-Me parece genial. Apoyo Jeim.
-Pero, ¿A cuántos puedes matar?
Pregunto Jey a Paty, está se giro a mirarla decidida y fuerte. Con sus cabellos cortos hasta los hombros negros como la penumbra que dejaba las enormes sombras emitidas de los árboles, pero el ligero brillo remarcaba y contorneaba su cabello, sus ojos se tornaron naranjas, un naranja fuerte y muy seguro de sí mismo. Como un par de comalias enardecidas por el naranja intenso reflejado de las plantas de este color rodeando a Paty.
-Puedo matar a cuarenta, cincuenta su caliento bien. Aseguro ella.
-Me parece perfecto, a trabajar yo le avisaré a Togam y Juria. Dijo Vel, después se fue en busca de ambas.

Ya todos preparando la carnada, Brun, todos calentando su cuerpo para no lastimarse, Paty calentaba y se estiraba en lo alto de un árbol, ella nunca le tuvo miedo a los seres vivos, pero sí a las alturas, pero sabía que de esto dependía mucho. Sabía que tenía que hacerlo bien, perfecto. Cuando termino esto ella tomo seis hilos, luego otros seis en su otra mano. Quizá sería demasiado para su cuerpo, pero solo sería un momento, así que se arriesgaría. 
Cuando estaba con sus padres, ellos le enseñaban a dominar cada hilo con entrenamiento aburrido según ella, manejando listones en ballet, moviéndose ágilmente con movimientos elegantes, y mejorando con gimnasia, pero ella le aburría eso, y cada hilo le tomaba aproximadamente dos años y medio. Ella ahora no tenía eso en ese momento.
-¿Estas lista?
Dijo una voz.
-¿Quién está ahí?
Pregunto Paty asustada.
-Soy yo, Vel. Subiendo por otro árbol, ellos estaban a mínimo, seis metros arriba del piso.
-Sí, gracias... Espero hacerlo bien. Dijo casi susurrando.
-Lo harás bien, estoy seguro. Comento Vel. -Solo venía a verte, quería ver que estabas bien, si necesitas algo solo llámame.
Y apunto de bajar de la rama, Paty le habló. 
-Espera, quiero decirte algo, necesito tu opinión. ¿Soy bonita?
Vel se quedo sorprendido por eso, con algunos instantes que parecían eternos, minutos que se asemejaron a horas, él respondió.
-Pero claro, ¿por qué lo preguntas?
-No sé si lo soy, me siento inútil, no puedo manejar muchos hilos, además, por lo menos Jey, Juria, Togam ayudan en algo más que yo y tienen mejor cuerpo, solo mírame. Explicó Paty.
-No digas estupideces, tú eres muy bonita, sin mencionar que tener un bello cuerpo debes quererte como eres y no dejarte llevar, además, tus hilos enserio que ayudan mucho. Dijo Vel con una sonrisa.
Vel le sonrió y empezó a descender del árbol a zancadas grandes, rebotando en las ramas gruesas y cafés, moviéndose con mucha seguridad y libertad, el se vía vivo y se divertía, hasta dejo escapar una carcajada, sosteniéndose con sus brazos y las piernas flexionadas se marcaban sus músculos, cuando llegó al final, John lo sostuvo y cayó sobre él, quedando Vel encima y ambos empezaron a reírse, cuando acabaron las risas, John dio tiernamente un beso a Vel.
Paty se enojo un poco, no de ellos sino de ellas misma, no sabía si algún día podría tener el mismo futuro, encontrar a alguien. Pero estaba segura de las palabras de Vel, ella podría conseguir cual quiero cosa si quisiera, podría tener todo y nada a la vez, podría llenar ese vació que tiene, o quizá le gustaba estar vacía. No, definitivamente no. Tomando los hilos, y sumando ocho en cada mano, las dejo caer por el enorme árbol, y de dos en dos, de tres en tres, empezó a acomodarlos en las ramas, en las hojas del piso, amarrados como telarañas enormes, tendidas de cada extremo de las copas de los árboles, con agujas encajadas en los árboles, y algunas atrancadas con piedras, Paty estaba lista y segura de ello.
Los que dispararían estaban puestos y sujetos en algunas ramas no tan latas de los árboles, donde podrían saltar una o dos ramas para llegar al piso y cuando acabarán de disparar, ayudar de manera, cuerpo a cuerpo. Los demás chicos estaban escondidos en pequeñas cuevas o agujeros camuflados con hojas y lodo.
Un incomodo silencio reino todo ese amplio espacio.

Hasta que llego Brun, saltando y corriendo a todo lo que su cuerpo podía dar, evadió las ramas de los árboles que sobresalían del piso y levantaban hojas, las piedras que estaban en el camino, las ramas caídas que rasguñaban los brazos de Brun y saltando los agujeros del piso, algunos llenados de hojas.
-Ya llego. Dijo Paty, jaló aire a sus pulmones, un aire muy fresco y relajante, y dejo escaparlo fugazmente cerrando los ojos y recordando las lecciones, los majestuosos movimientos que hacía su madre.
Brun llego al centro, y se dejo caer en un agujero hecho apropósito tapado con hojas, y cubriéndose con una cobija gruesa de hojas y ramas, que si bien, también servía como camuflaje. Cuando esas cosas llegaron al centro, o la mayoría se adentro al espació vació se detuvo a buscar algún rastro de Brun, pero las hojas y el lodo tapaban su olor. Así que Paty tomo ventaja.
-¿Listos?
Dijo ella levantando las manos y jalándolas hacía abajo impulsadas con su cuerpo, saltando y aterrizando en una rama más baja que ella, los dieciséis hilos salieron fuertemente impulsados los encero a esas cosas, en una red de metal, amontonados y aplastados aún se movían, así que salto dos más abajo y corto la mayoría, ella sonrió victoriosa, pero algo estaba mal.
Los hilos se movieron y cayeron carecientes de fuerza y poder, su sonrisa se borro rápidamente de su cara cuando vio eso, pero su cara cambió a una mueca de dolor, cuando vio su brazo estaba siendo enredado por los mismos hilos, y su dedo estaba siendo torcido cruelmente, igual que su pie, se arrodillo y empezó a gritar, con eso todos entendieron perfectamente que algo no estaba bien.
Todos salieron de sus escondites, y las pocas criaturas que quedaban se reunieron con más que aparecieron, empezaron a pelear y matar, pero Paty exclamo.
-¡No! ¡Esta es mi prueba!
-¡No estás sola! 
Grito Jey tomando sus navajas, Paty la miró y entendió esos ojos cafés tan puros y acaramelados, la hizo recapacitar y generar una duda.
Se calmo, apaciguo su respiración y levanto su cabeza, su camisa color crema ondulaba suavemente por el aire, su pantalón de mezclilla se ensuciaba de corteza de árbol, su cabello corto pero libre onduló y los ojos se abrieron muy poco, pero sus ojos eran cafés, un café tan calmado que hasta daba inseguridad, algo tan tranquilo no era normal, era un marrón canela, pero brilloso y por dentro, sollozante, pero Paty, se dejo caer por el árbol.
Cuando daba la primera vuelta extendió sus brazos y les ejerció presión, movió sus piernas y jaló con sus manos el aire hacía delante, cayendo de pie sobre una pequeña capa que simulaba el piso, pero sostenido en el aire, saltó y cayó sobre otro, luego dio una vuelta levantando su pierna derecha y simulando alas con las manos termino levantándolas, los hilos rechinaron y cortaron en cuestión de segundos algunos, con los hilos atorados en el piso extendidos hasta el cielo, se movían y cortaban simple y ligero, como láser manados del cielo. Ella descendió hasta la mitad del árbol en el que estaba se dejo caer de espalda agarrada por otros hilos y empezó a dar vueltas deteniéndose cerca del piso, su cabello estaba a escasos centímetros, ella se levanto y extendió las manos, los hilos simularon ondas de agua que cortaron ferozmente a esas cosas, sin cortar un centímetro a sus amigos, ella se impulso hacia arriba y comprendió esbozado una sonrisa.
-Lo entiendo, no es una técnica específica, es como te acomodes, es como sientas la liberación salir por tu cuerpo y emanar esa pasión. 
Cortando a todas esas cosas en cuestión de minutos.
Cuando todo acabo, Paty camino desde la copa del árbol hasta el piso apoyándose en los hilos, todos asombrados, Togam recopilando datos, Paty cayó exhausta en los brazos de Jey.

Aprovechando todo eso, Jeim se dirigió a Togam para tomar una charla.
-Hola.
-Hola. Respondió ella.
-Estuvo genial, ¿no?
Pregunto él.
-Si, Paty es asombrosa. Reconoció ella mientras movía con un palo la carne del cráneo para ver.
-Dime, ¿te caigo bien?
Volvió a preguntar Jeim.
-Sí. Respondió sin mucha dificultad mientras analizaba los huesos, no estaban separados, la mandíbula de la serpiente estaba pegada y fusionada por los huesos del tórax del humano.
-Entonces, ¿Quisieras salir con migo mañana?
Pregunto seguro Jeim con una gran sonrisa.
Togam titubeó, pero respondió. -No lo se... Pero creó que, sí, está bien. Dijo mirándolo con otra sonrisa y los pómulos sonrojados y nerviosos.
­Pero Brun logró escuchar todo, desde detrás de un árbol grande, quizá había ido a ese lugar para decirle algo a Togam, o quizá fue por que Jey le pidió que recogiera las agujas amarradas a los hilos. Seguramente fue por eso.


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