Capitulo 15- Segunda piedra
-Entonces… ¿Me toca?
Pregunto Jeim.
-Sí. Dijo Vel.
Empezó cuando yo estaba en la escuela, aburrido sentado en mi butaca mientras la aburrida anciana maestra de historia daba su clase, a decir verdad, en un cierto punto lo agradezco. Gente comenzó a hablar fuertemente sobre un tal animal que iba por las calles comiendo perros y gatos, yo ignoraba todo eso hasta una multitud de gente empujaba contra la reja de la entrada. Cuando finalmente mire detenidamente las expresiones de sus caras, una mirada vacía y tétrica, con la piel desgarrada y colgando de sus cuellos, mandíbulas, o hasta ojos tirados y moribundos en sus fosas, con las bocas ensangrentadas y titubeantes deseaban comida, y mucha.
Hasta que por fin, los maestros fueron a ver que estaba sucediendo, que gran error, a pesar de eso, se los agradezco, un profesor que estaba gritando calma y paz, se acerco demasiado, tanto que una de esas cosas le tomo de la pierna y la mano, le mordió el cuello fuertemente desgarrando los músculos y saliendo hilos a altas alturas y manchando los enormes senos que rebotaban con los saltos que daba por el miedo. Una maestra de cabello rojo y labios grandes aventó al profesor para que comieran más de prisa, y de paso, abrió la puerta enormemente y escapando al estacionamiento con una gran sonrisa de oreja a oreja.
La maestra por su acto era una maldita mustia (cara inocente, sucia por dentro). Las bestias entraron y comenzaron a comer a todos, alumnos, maestros, conserjes, hasta que mi maestra nos encerró en el salón, y esperamos largos segundos, minutos y unas cuantas horas hasta que llego la tarde, la maldita tarde de color amarilla, naranja y violeta, todos estábamos llorando en silencio, y quedando dormido profundamente, yo solo quería volver a ver a mi familia, mi pequeña hermana mi papá machista y mi madre tan humilde y amable, nunca las volvería a ver.
Cuando llego la noche, la luna era grande y brillante, cuando una de mis compañeras grito fuerte y completamente atónita, al voltear a la ventana y ver a su hermana siendo desmembrada viva por tres de esas cosas, después fueron cuatro, cinco y seis. Pero el giro le llamo la atención a barias de esas cosas, y azotaron contra la puerta tratando de entrenar, pero cuando mi profesora nos volteo a ver todos arrinconados contra una esquina, ella salió a distraerlos para que estuviéramos bien, y murió, cerrando la puerta rápidamente para que de este modo no pasaran, quedo en un silencio seco y fresco, y tocaron un poco la puerta, y la compañera más tarada pensó;
Pregunto Jeim.
-Sí. Dijo Vel.
Empezó cuando yo estaba en la escuela, aburrido sentado en mi butaca mientras la aburrida anciana maestra de historia daba su clase, a decir verdad, en un cierto punto lo agradezco. Gente comenzó a hablar fuertemente sobre un tal animal que iba por las calles comiendo perros y gatos, yo ignoraba todo eso hasta una multitud de gente empujaba contra la reja de la entrada. Cuando finalmente mire detenidamente las expresiones de sus caras, una mirada vacía y tétrica, con la piel desgarrada y colgando de sus cuellos, mandíbulas, o hasta ojos tirados y moribundos en sus fosas, con las bocas ensangrentadas y titubeantes deseaban comida, y mucha.
Hasta que por fin, los maestros fueron a ver que estaba sucediendo, que gran error, a pesar de eso, se los agradezco, un profesor que estaba gritando calma y paz, se acerco demasiado, tanto que una de esas cosas le tomo de la pierna y la mano, le mordió el cuello fuertemente desgarrando los músculos y saliendo hilos a altas alturas y manchando los enormes senos que rebotaban con los saltos que daba por el miedo. Una maestra de cabello rojo y labios grandes aventó al profesor para que comieran más de prisa, y de paso, abrió la puerta enormemente y escapando al estacionamiento con una gran sonrisa de oreja a oreja.
La maestra por su acto era una maldita mustia (cara inocente, sucia por dentro). Las bestias entraron y comenzaron a comer a todos, alumnos, maestros, conserjes, hasta que mi maestra nos encerró en el salón, y esperamos largos segundos, minutos y unas cuantas horas hasta que llego la tarde, la maldita tarde de color amarilla, naranja y violeta, todos estábamos llorando en silencio, y quedando dormido profundamente, yo solo quería volver a ver a mi familia, mi pequeña hermana mi papá machista y mi madre tan humilde y amable, nunca las volvería a ver.
Cuando llego la noche, la luna era grande y brillante, cuando una de mis compañeras grito fuerte y completamente atónita, al voltear a la ventana y ver a su hermana siendo desmembrada viva por tres de esas cosas, después fueron cuatro, cinco y seis. Pero el giro le llamo la atención a barias de esas cosas, y azotaron contra la puerta tratando de entrenar, pero cuando mi profesora nos volteo a ver todos arrinconados contra una esquina, ella salió a distraerlos para que estuviéramos bien, y murió, cerrando la puerta rápidamente para que de este modo no pasaran, quedo en un silencio seco y fresco, y tocaron un poco la puerta, y la compañera más tarada pensó;
-¡La profesora! ¡Está bien!
Pero la muy estúpida abrió la puerta, y yo me metí al casillero lo más rápido que pude, y esas cosas se abalanzaron sobre ella, y pasando por la puerta empezaron con su cruel banquete de sangre y carne humana, yo solo me quede ahí durante un muy buen rato y por las pequeñas rendijas en forma lineal que dejaban ver la horrible vista, el horroroso gusto de… El impactante gusto de…
De ver como mis compañeros, mis amigos de la clase tercero E estaban siendo comidos entre dientes moribundos y ensangrentados de carmesí que quitaba la piel y desgarraba la carne con mordidas abrazadoras que si bien, manchaba las paredes, las butacas, sillas y piso de un líquido rojo, sumergidos en gritos de dolor y agonía, con exclamaciones de dolor y pedidas de ayuda, que nunca iban a escuchar.
Me quede ahogando gritos, lloriqueos y lagrimas que brotaban solas y calentaban mis mejillas, cerrando los ojos más que podía para no ver nada más, todo ceso, un momento pensé que había acabado, pero una de esas cosas se puso enfrente del casillero donde yo me escondía, se acerco y observo por un momento, de lo que me logro acordar es que, mi uniforme era gris con negro y rojo, siempre de zapatos y sin educación física, era aburrida y monótona.
-Que no sea quien creo que es.
Me repetía en mi cabeza para no hacer ningún sonido que llamará la atención de esa cosa, además de que por la cara y cabello que tenía era Monic, la compañera que siempre me gusto, de cabello café y brillos marrones, con piel morena y ojos azules, solo tenía un ojo y el otro le colgaba sujetada de un hilo, con los huesos de la mandíbula al descubierto y el cabello tapándole la vista, solo me daba asco y miedo, no de cómo se veía, si no, de lo que me haría.
Solo salté y la arroje fuerte, para mi suerte yo tenía más fuerza y era más alto, pero por ser una de esas abominaciones sus limitadores humanos no le servían, por lo que era muy difícil manejarla, por lo que decidí arrojarla por la ventana, pero en verdad solo me tropecé antes de estar seguro, igual no me arrepiento, cayó de cabeza y se destrozo el cráneo con el pavimento, estábamos a tres pisos arriba, salí corriendo y podía ver como alumnos eran comidos a la luz de la luna plateada que se veía, pero al final no le puse atención, yo llegue al estacionamiento para salir por detrás, con la esperanza de que la puerta estuviera sola y despejada, pero a cambio de eso, solo encontré a la maestra que abrió la puerta.
Viva y no muerta, yo habría jurado que estuviera muerta, pero no lo estaba, estaba viva la muy sin vergüenza, yo no tenía la menor idea de lo que podía suceder, así que corrí y la envestí por la espalda con mis hombros derrumbándola, y cuando me levante le seguí pateándola con lagrimas calientes y amargas que salían de mis ojos, con los gritos de niña malcriada que exclamaba ella logro llamar a los monstruos, tome sus llaves del piso y me subí a su pequeño carro, un Minicuper, encendí el automóvil y comencé a dar marcha sin pensarlo dos veces, dejándola tirada agonizando y sobándose el estomago, era rodeada por esas cosas y continuaban haciéndose más, hasta que por fin, perdí de vista el cuerpo que era sumergido en gritos y gemidos de dolor ahogados. Maneje hasta que llegue a fueras de la ciudad, me acuerdo de ver muchos carros en fuego, personas en llamas o tiradas las vivas solo disparaban a todo lo que se movía cerca de ellos, o personas que trataban de correr de ellas pero eran emboscadas y nunca lograban pasar mucho tiempo sin ser atrapados, además pase por casas cerradas además de escuchar gritos de niños, mujeres, hombre y hasta ancianos, pero a mitad de camino me quede sin gasolina, por suerte cuando cheque él mapa que tomé, a unos pocos metros estaba una gasolinera que esperará tener ese oro negro, pero a mis suerte la encontré con aún gasolina, tuve que llevar el carro lo más cerca que pude y tome unas botellas o recipientes que encontraba, y estaba solo, sin algún rastro de esas cosas lo cual era genial, en esos momentos todos roban todo lo que pueden y aún que estaba media abandonada y no había nadie, quizá la gante se suicido y escapo, quién sabe.
Logre conducir unos cuantos kilómetros con poca comida que fui recolectando hasta que llegue a la ciudad de Obsret, creo que pase Sangail sin darme cuenta, donde me quede unos días y seguí mi camino, me quede sin gasolina y sin comida, por lo que busque y después de algunos días sin comer encontré los camiones cuando apenas estaban preparándose para salir, y logre pasar por inadvertido. Y así fue como estuve, unos días hasta que encontré a Brun, y convencí a los de mi camión para que te dejaran quedar… Y para su información yo no estaba viendo ese tipo de libretas, solo eran revista de chimes. Pero en fin, no logre ni he logrado superar toda esa muerte, de niños, amigos y todos… Cuando intento recordarlo, me acuerdo de la estupidez de esa chica tonta que causo la muerte de todos mis compañeros, no lo superare.
Pero la muy estúpida abrió la puerta, y yo me metí al casillero lo más rápido que pude, y esas cosas se abalanzaron sobre ella, y pasando por la puerta empezaron con su cruel banquete de sangre y carne humana, yo solo me quede ahí durante un muy buen rato y por las pequeñas rendijas en forma lineal que dejaban ver la horrible vista, el horroroso gusto de… El impactante gusto de…
De ver como mis compañeros, mis amigos de la clase tercero E estaban siendo comidos entre dientes moribundos y ensangrentados de carmesí que quitaba la piel y desgarraba la carne con mordidas abrazadoras que si bien, manchaba las paredes, las butacas, sillas y piso de un líquido rojo, sumergidos en gritos de dolor y agonía, con exclamaciones de dolor y pedidas de ayuda, que nunca iban a escuchar.
Me quede ahogando gritos, lloriqueos y lagrimas que brotaban solas y calentaban mis mejillas, cerrando los ojos más que podía para no ver nada más, todo ceso, un momento pensé que había acabado, pero una de esas cosas se puso enfrente del casillero donde yo me escondía, se acerco y observo por un momento, de lo que me logro acordar es que, mi uniforme era gris con negro y rojo, siempre de zapatos y sin educación física, era aburrida y monótona.
-Que no sea quien creo que es.
Me repetía en mi cabeza para no hacer ningún sonido que llamará la atención de esa cosa, además de que por la cara y cabello que tenía era Monic, la compañera que siempre me gusto, de cabello café y brillos marrones, con piel morena y ojos azules, solo tenía un ojo y el otro le colgaba sujetada de un hilo, con los huesos de la mandíbula al descubierto y el cabello tapándole la vista, solo me daba asco y miedo, no de cómo se veía, si no, de lo que me haría.
Solo salté y la arroje fuerte, para mi suerte yo tenía más fuerza y era más alto, pero por ser una de esas abominaciones sus limitadores humanos no le servían, por lo que era muy difícil manejarla, por lo que decidí arrojarla por la ventana, pero en verdad solo me tropecé antes de estar seguro, igual no me arrepiento, cayó de cabeza y se destrozo el cráneo con el pavimento, estábamos a tres pisos arriba, salí corriendo y podía ver como alumnos eran comidos a la luz de la luna plateada que se veía, pero al final no le puse atención, yo llegue al estacionamiento para salir por detrás, con la esperanza de que la puerta estuviera sola y despejada, pero a cambio de eso, solo encontré a la maestra que abrió la puerta.
Viva y no muerta, yo habría jurado que estuviera muerta, pero no lo estaba, estaba viva la muy sin vergüenza, yo no tenía la menor idea de lo que podía suceder, así que corrí y la envestí por la espalda con mis hombros derrumbándola, y cuando me levante le seguí pateándola con lagrimas calientes y amargas que salían de mis ojos, con los gritos de niña malcriada que exclamaba ella logro llamar a los monstruos, tome sus llaves del piso y me subí a su pequeño carro, un Minicuper, encendí el automóvil y comencé a dar marcha sin pensarlo dos veces, dejándola tirada agonizando y sobándose el estomago, era rodeada por esas cosas y continuaban haciéndose más, hasta que por fin, perdí de vista el cuerpo que era sumergido en gritos y gemidos de dolor ahogados. Maneje hasta que llegue a fueras de la ciudad, me acuerdo de ver muchos carros en fuego, personas en llamas o tiradas las vivas solo disparaban a todo lo que se movía cerca de ellos, o personas que trataban de correr de ellas pero eran emboscadas y nunca lograban pasar mucho tiempo sin ser atrapados, además pase por casas cerradas además de escuchar gritos de niños, mujeres, hombre y hasta ancianos, pero a mitad de camino me quede sin gasolina, por suerte cuando cheque él mapa que tomé, a unos pocos metros estaba una gasolinera que esperará tener ese oro negro, pero a mis suerte la encontré con aún gasolina, tuve que llevar el carro lo más cerca que pude y tome unas botellas o recipientes que encontraba, y estaba solo, sin algún rastro de esas cosas lo cual era genial, en esos momentos todos roban todo lo que pueden y aún que estaba media abandonada y no había nadie, quizá la gante se suicido y escapo, quién sabe.
Logre conducir unos cuantos kilómetros con poca comida que fui recolectando hasta que llegue a la ciudad de Obsret, creo que pase Sangail sin darme cuenta, donde me quede unos días y seguí mi camino, me quede sin gasolina y sin comida, por lo que busque y después de algunos días sin comer encontré los camiones cuando apenas estaban preparándose para salir, y logre pasar por inadvertido. Y así fue como estuve, unos días hasta que encontré a Brun, y convencí a los de mi camión para que te dejaran quedar… Y para su información yo no estaba viendo ese tipo de libretas, solo eran revista de chimes. Pero en fin, no logre ni he logrado superar toda esa muerte, de niños, amigos y todos… Cuando intento recordarlo, me acuerdo de la estupidez de esa chica tonta que causo la muerte de todos mis compañeros, no lo superare.
-¿Me quieres decir que
estoy mintiendo?
Dijo Brun con mirada seria.
-No pero, bueno sí. Dijo Jeim algo confundido.
-Púes yo se que lo lograrás superar. Dejo escapar Togam con la voz un poco baja, todos giraron a mirarla y Brun con cara de sorpresa le pregunto.
-Dime Togam ¿Te gusta alguien?
-¿Qué? No, nadie me interesa. Dijo Togam tartamudeando sonrojada.
-Ya chicos, a Togam le puede gustar quien sea, no la molesten. Dijo Juria con una ligera sonrisa de diversión en la cara.
-Bueno, quizás me puede gustar alguien. Completo Togam casi susurrando a Jeim, nadie se percato solo Brun escucho ligeramente.
-¿Quieren algo de tomar?
Pregunto Juria.
-Agua por favor. Dijo Paty.
-No, yo hablaba de, alcohol. Corrigió Juria tomando una botella de su costado.
-¿Traes alcohol?
Pregunto Jeim.
-Si, tengo casi diecisiete pero eso ya no importa, se que quieren, ¿no se les antoja?
Insinuó Juria sacando una botella y una gran sonrisa.
-Me gustaría. Dijo una voz gruesa pero fuerte.
-¿Qué haces aquí?
Pregunto Juria escondiendo la botella detrás de ella.
-Sabes que no se puede tomar. Hablo la misma voz, pero esta vez un chico de dieciocho años con cabello amarillo como el oro, ojos azules como el zafiro iluminado por la luz lunar en una noche bella y encantadora, así eran sus ojos, encantadores. Con una gran musculatura marcada en las mangas de las manos, en su pecho y abdomen, de piel blanca, más musculoso que John por algunos cuantos músculos y una sonrisa encantadora. Luciendo una camisa blanca pegada al cuerpo, una chamarra de cuero negra y reluciente, con las mangas recogidas y unos jean’s algo ajustados, con un par de botas negras. Y en la oreja izquierda un percing metálico en forma circular y una línea en medio.
-Bueno, si quieres te puedo dar un vaso. Dijo Juria confiada.
-No estaría mal, no tomo pero, ¿por qué no?
Le devolvió la palabra a Juria velozmente. –Mi nombre es Eric, un placer.
-Espera, ¿desde cuándo estas escuchando?
Pregunto verazmente Vel con una mirada cortante como una espada y fría como el mismísimo hielo.
-Desde el inicio, me dio curiosidad su grupito, con Albert al mando es muy difícil tener amigos, pero ustedes lo lograron, mis felicitaciones. Argumento Eric.
-Puedes quedarte sin decir palabra alguna. Dijo Juria sirviendo los vasos con vino, cerveza y champagne.
-¡¿Qué?!
Casi gritando preguntó Jey.
-Si lo dejamos ir, nos puede acusar y no sabemos de lo que es capaz Albert, es mejor tenerlo de nuestro lado, además… Es guapo. Dijo Juria guiñando el ojo.
-Gracias, pero me gustaría ser su amigo y no ser un chismoso. Dijo Eric tomando la copa con vino en su mano y mirando fijamente los ojos de Juria.
-Es cierto, además… No vendría mal alguien más. Comento John recostándose en el respaldo acolchonado del sillón.
Todos tomaron sus copas, a excepción de Jey, Paty y Vel que se reusaron a tomar, pero los demás apenas llevaban un vaso, Jeim era quien estaba asombrado de ver alcohol en tanto tiempo, y los demás púes no les sorprendía porque no era muy increíble.
-Bueno, en fin, si no mal me equivoco me toca contar mí pasado… ¿Verdad?
-Sí. Confirmo Eric, siendo observado por Togam desconfiadamente.
-Bueno… púes…
Dijo Brun con mirada seria.
-No pero, bueno sí. Dijo Jeim algo confundido.
-Púes yo se que lo lograrás superar. Dejo escapar Togam con la voz un poco baja, todos giraron a mirarla y Brun con cara de sorpresa le pregunto.
-Dime Togam ¿Te gusta alguien?
-¿Qué? No, nadie me interesa. Dijo Togam tartamudeando sonrojada.
-Ya chicos, a Togam le puede gustar quien sea, no la molesten. Dijo Juria con una ligera sonrisa de diversión en la cara.
-Bueno, quizás me puede gustar alguien. Completo Togam casi susurrando a Jeim, nadie se percato solo Brun escucho ligeramente.
-¿Quieren algo de tomar?
Pregunto Juria.
-Agua por favor. Dijo Paty.
-No, yo hablaba de, alcohol. Corrigió Juria tomando una botella de su costado.
-¿Traes alcohol?
Pregunto Jeim.
-Si, tengo casi diecisiete pero eso ya no importa, se que quieren, ¿no se les antoja?
Insinuó Juria sacando una botella y una gran sonrisa.
-Me gustaría. Dijo una voz gruesa pero fuerte.
-¿Qué haces aquí?
Pregunto Juria escondiendo la botella detrás de ella.
-Sabes que no se puede tomar. Hablo la misma voz, pero esta vez un chico de dieciocho años con cabello amarillo como el oro, ojos azules como el zafiro iluminado por la luz lunar en una noche bella y encantadora, así eran sus ojos, encantadores. Con una gran musculatura marcada en las mangas de las manos, en su pecho y abdomen, de piel blanca, más musculoso que John por algunos cuantos músculos y una sonrisa encantadora. Luciendo una camisa blanca pegada al cuerpo, una chamarra de cuero negra y reluciente, con las mangas recogidas y unos jean’s algo ajustados, con un par de botas negras. Y en la oreja izquierda un percing metálico en forma circular y una línea en medio.
-Bueno, si quieres te puedo dar un vaso. Dijo Juria confiada.
-No estaría mal, no tomo pero, ¿por qué no?
Le devolvió la palabra a Juria velozmente. –Mi nombre es Eric, un placer.
-Espera, ¿desde cuándo estas escuchando?
Pregunto verazmente Vel con una mirada cortante como una espada y fría como el mismísimo hielo.
-Desde el inicio, me dio curiosidad su grupito, con Albert al mando es muy difícil tener amigos, pero ustedes lo lograron, mis felicitaciones. Argumento Eric.
-Puedes quedarte sin decir palabra alguna. Dijo Juria sirviendo los vasos con vino, cerveza y champagne.
-¡¿Qué?!
Casi gritando preguntó Jey.
-Si lo dejamos ir, nos puede acusar y no sabemos de lo que es capaz Albert, es mejor tenerlo de nuestro lado, además… Es guapo. Dijo Juria guiñando el ojo.
-Gracias, pero me gustaría ser su amigo y no ser un chismoso. Dijo Eric tomando la copa con vino en su mano y mirando fijamente los ojos de Juria.
-Es cierto, además… No vendría mal alguien más. Comento John recostándose en el respaldo acolchonado del sillón.
Todos tomaron sus copas, a excepción de Jey, Paty y Vel que se reusaron a tomar, pero los demás apenas llevaban un vaso, Jeim era quien estaba asombrado de ver alcohol en tanto tiempo, y los demás púes no les sorprendía porque no era muy increíble.
-Bueno, en fin, si no mal me equivoco me toca contar mí pasado… ¿Verdad?
-Sí. Confirmo Eric, siendo observado por Togam desconfiadamente.
-Bueno… púes…
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