Capitulo
21- Dudas
T
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ogam y Brun dejándose llevar por el momento azotaron contra la
pared, luego contra otra puerta hasta regresar a la puerta del departamento de
Brun, Togam giró la perilla y entraron contra la primera cama Togam cayó de
espalda dejando a Brun encima de ella y quemándose entre besos, ella lo aparto
un poco.
-No Brun... Esto es...
Siendo cortada por los
besos de Brun que quemaban los labios de Togam pero le encantaban.
-Brun... Basta. Dijo
Togam, Brun paro pero ella con sus ojos pedía más, y decidió acercarlo más.
El ambiente estaba
cargado de pasión, de amor, Brun le besó ligeramente en el cuello hasta la
clavícula, y luego regresó a la boca, se levanto y Togam quedo con las manos rodeándole
el cabello, este extendido en la cama, Brun se sentó ligeramente en su cintura
y levanto sus manos para quitarse la camisa blanca y dejando sus músculos color
canela al descubierto, su abdomen y su pecho marcado. Brun regreso agachándose
a besarle, Togam por su lado lo abrazo con sus brazos, y dando una voltereta
Togam quedo arriba, tomó la mano de Brun y la fue deslizando suavemente hasta
llegar a su seno derecho, Brun empezó a tocar delicadamente, después apretó
ligeramente, y empezó a rosar con la yema del dedo estrepitosamente su cintura
con la otra mano, Brun estaba sumergido en ello, y Togam igual. Hasta que
sintió algo en la entrepierna de Brun, se estremeció un poco, pero conforme lo
iba besando le daba naturalidad, y con su mano fue moviendo los dedos
delicadamente por el abdomen, hasta que bajo sus manos a su cinto, el cual
desabrocho Brun, pero retomando la conciencia se levanto.
-Brun, no podemos... No
estoy lista. Dijo tímidamente.
-Pero hace unos momentos
lo estabas. Contradijo Brun.
-Lo sé, pero fue por el
momento... Lo siento. Explico, acabando eso salió de la habitación.
-¡Espera Togam!
Exclamo Brun al tiempo
que Togam salía rápidamente.
Pasando eso Togam se
calma y llega tranquilamente con los demás.
-¿Qué paso? ¿Y Brun?
Pregunto Juria.
-Ya viene. Dijo Togam
desviando la mirada.
-¡Togam espera!
Llega exclamando Brun
siendo observado por todos con una mirada inquietante, a excepción de Jeim que
no lo mira ni por un segundo.
-¿Qué pasa?
Pregunta Paty
confundida.
-Nada, no pasa nada...
Bueno, ¿Y para qué me necesitaban?
Pregunta Brun acercándose
a Juria.
-Púes, para que veas
estas hermosuras. Dice Juria al tiempo que levanta sutilmente la cobija negra
que cubrían las armas.
Para la sorpresa de
todos, son nuevas; Una lanza de doble filo larga y pesada con el mango de color
negro para John, un arco amplio con potenciador con flechas de materiales
variados para Brun, una espada europea capas de dividirse en dos y un mango de
cuero artificial adherible a la piel para su manejo sofisticado usado por Jeim,
un par de guantes protectores fabricados para Paty, una espada de esgrima larga
y flexible pero hecha para doblarse y estirarse a dos metros para Eric, una
guadaña del tamaño de una hacha y capas de estirarse para hacer una hoz
majestuosa para Juria. Para los demás era un rifle M1918 re-configurado para
disparar al doble y bañado en un color carmesí metálico para Togam, para Jeim
una hermosa Cheytac M100 de color plata, y un cuchillo debajo del cañón, y una
Dsr-1 para Vel, de color negro y líneas grises que le daban una apariencia
elegante, pero estaba una extra, XM500 de color verde.
-¿De quién puede ser
esta?
Pregunto Juria
extrañada.
-Mía, respondió una
chica, todos giraron a ver quién era.
Cabello negros
ondulados, piel morena como chocolate, ojos turquesa con brillos azul marino,
una figura ligeramente más abundante que las demás, una blusa negra, una falda
azul y botas negras como las de Jey estaba en la puerta, con la sonrisa marcada
como el gato de Alicia en el País de las Maravillas.
-¿Quién eres?
Pregunto Jey, siendo
respondida velozmente por la otra.
-Soy Shpan, soy francesa
y vengo de parte de Albert.
¿De parte de Albert?
¿Cómo?
-Imposible, Albert me
hubiera informado antes. Gruño Juria.
-No me interesa, ¿por
qué crees que les dio esas armas nuevas?
Interrogo la Shpan.
Juria quedo en silencio
y este reinaba en la habitación, pero Vel hablo.
-Si bienes de parte de
él, ¿para qué?
-No lo sé, solo me envió
a decirle que será mejor que se preparen, una cosa se acerca y dice que los
necesita listos a la de ya, según me ha contado llegará en unas seis horas. Dijo
ella acercándose meneando sus caderas hasta la mesa y tomar el arma. -¿Lo
están?
-Perra. Fue lo que pensó
Jey.
Shpan lamió la punta de
la pistola insinuando algo, al tiempo que les decía.
-Seré su apoyo, me
necesitarán.
-No es cierto, estamos
perfectos sin ayuda especialmente si proviene de Albert. Dijo Jeim.
-No lo creó. Susurro
sutilmente ella acercándose a Brun. -Vaya morenazo que tenemos aquí.
-¡Aléjate!
Exclamó Togam
empujándola.
-¿Togam?
Preguntaron Brun y Jeim
al mismo tiempo, girando la cabeza para observarse cada quién, pero eso no duro
más que unos cuantos segundos y después de eso regresaron la cabeza. Togam
estaba sonrojada pero aún estaba mirando fijamente a Shpan.
-Vaya perra, no te metas
en mi camino ¿vale?
Le dijo ella acercándose
lentamente.
-Y sí no, ¿qué?
Respondió la otra.
-Calma chicas, primero,
no puedes hablarle así como se te antoja a nadie. Dos, si estás diciendo la
verdad púes no tenemos más que hacer caso. Tres, necesitamos saber a qué nos
enfrentamos. Argumento Vel.
-Está bien. Acepto de mala
gana Shpan. -Es una enorme masa, al parecer es una mutación muy avanzada de las
bestias que parecen gatos.
Al escuchar esto todos
se quedaron impactados.
-¿Qué tan avanzados?
Pregunto John.
-Bueno, su habilidad de
regenerarse es de tres veces mayor, son dos, el doble de tamaño, y su
inteligencia es cinco veces mayor, digamos que es una máquina genio para
mutilar. Explico con una sonrisa Shpan.
-No me jodas. Murmuró
Brun.
-¿Estás hablando en serio?
Pregunto con la voz
quebradiza Paty.
-Sí, lo juro. Dijo
Shpan.
-Mierda... Necesitamos
su ayuda. Dijo Vel, pero todos se quedaron en silencio imaginando la bestia en
sus mentes.
-¿Qué tan rápida es?
Pregunto Jeim.
-Digamos que con su
olfato detecto nuestra presencia desde tres ciudades atrás y nos viene
siguiendo desde hace cuatro otras. Termino de explicar ella.
-Esa cosa es muy rápida.
Comento Jey.
Seguido de eso fueron
afuera a entrenar con sus nuevas armas, todos menos Shpan, que se encontraba en
la habitación lujosa de Albert, con paredes blancas de color perla, cortinas
rojas de ceda largas, una pantalla enorme, una mesa de cristal en medio, en la
pared de atrás una cama enorme circular, con dos puertas, una a cada lado de la
televisión, una llevaba al baño brilloso de marfil, con una bañera de un blanco
tan puro igual que el lavabo, y el escusado que en esa época, era raro. La otra
llevaba a una pequeña sala con su propia cocina.
Albert estaba de pie
observando por la enorme ventana que acaparaba toda la pared derecha, la vista
era hermosa, el sol apenas aparecía, el cielo era azul y violeta con ligeras líneas
difuminadas de tonos naranjas y amarillas, los árboles quedaban a unos dos
pisos más abajo, eran verdes y enormes, con algunos huecos que dejaban ver las
cavidades oscuras del bosque, algunos techos de edificios cercanos, y la
neblina se apartaba y aparecía sin algún ritmo lógico, solo aparecía para
disminuir la vista y ver el gris solitario y frío que reflejaba desde su
interior, o desaparecía para deslumbrar la vista.
-Es hora que te
levantes, faltan cinco horas para que llegue esa cosa. Dijo Albert cubriéndose
con una bata gris.
-Es cierto. Dijo una voz
femenina pero familiar. -Es solo que después de eso, solo me queda decir que
eres un monstruo.
-Me alagas, pero mejor
vístete y sal. Dijo Albert.
-¿Qué, no te gusta verme
desnuda?
Pregunto esa misma voz,
la silueta se levantaba entre las sabanas, solo se contemplaba una figura
obscura contra luz, cabello hasta la cintura y alborotado, sin alguna ropa puesta.
-No es eso, si levantas
sospechas, te mato. Dijo Albert cerrando las cortinas.
-Entiendo. Dijo la voz
femenina, y la luz solar desenmascaro la sombra de la cara morena, y con una
sonrisa en cara, era Shpan.
Siendo ya más tarde, con
dos horas antes de la llegada, todos habían estado entrenando exhaustivamente
con sus nuevas armas, para lograr dominarlas perfectamente, luego fueron
llamados por Albert.
-¡Muy bien asquerosos
mocosos, los reuní a ustedes por el simple hecho de qué ustedes no son tan inútiles,
y quizá logren vencer a esa cosa, si mandará a alguien más seguro moriría en el
simple intento de escapar!
Levantando un poco el ánimo.
-¡Pero igual, quiero que
acaben con esa cosa antes de que llegue a nosotros, por eso los enviare a una
zona amplia donde puedan luchar fácilmente, podrán llevar sus armas viejas si
quieren, pero no mueran! Y otra cosa, ¡Si ganan pueden quedarse con esas armas,
pero antes tomen un baño y coman, en una hora saldremos!
Retirándose ferozmente,
todos regresaron a sus cuartos rápidamente, algunos se bañaban mientras otros
comían, y así se turnaban, mientras Albert hablaba a solas con Shpan.
-Yo se que dejaste a
propósito ropa de Vel en esa ciudad, ¿no?
Pregunto ella.
-Correcto, quiero ver
que tanto dura. Respondió el otro.
-¿Y cómo me vas a
mantener callada?
Pregunto ella.
-Dime la razón. Dijo él.
-También se que Togam y
Juria son provisionales ¿no?
-Sí, ¿qué más?
-Bueno, púes también sé
que esa cosa fue una creación tuya. Respondió ella precipitadamente.
-¡Vaya, me sorprendes!
Exclamo él.
-Gracias. Agradeció ella
dando una reverencia.
-Pero, ¿cómo te
mantendré callada?
Se preguntaba así mismo.
-No sé, dime tú.
Agrego ella.
-Ya se, te mantendré con
la boca ocupada.
Propuso él
minuciosamente.
-Me parece bien. Dijo
ella agachándose a la entrepierna de Albert con la lengua afuera saboreado
algo.
Cuando estaban listos,
todos subieron a un camión, el cual los llevaría al lugar donde les indico
Albert. Y así fue, el lugar quedaba a cuarenta minutos del edificio, a las
afueras de Chernóbil, les daría veinte minutos para acomodar todo, llevaban las
armas nuevas y las viejas, esa cosa sería un gran problema. Y en el camino,
John se acerco a Vel.
-Tranquilo, yo te
protegeré, nada malo va a pasar.
Calmó John.
-Gracias. Se limitó a
decir Vel, nervioso y preocupado, ¿Qué pasaría si no lo lograba? ¿Qué sería de
su hermana pequeña? Esas preguntas le comían la cabeza y las manos le sudaban.
-Sabes, quiero verte
confiado. Dijo John tomando la mano sudorosa de Vel.
-¿Crees que lo logremos?
Pregunto temeroso Vel.
-Pero por supuesto,
además... Quiero preguntarte algo.
Dijo John.
-¿Qué pasa?
Pregunto Vel.
-¿Crees que esa cosa nos
mate?
Pregunto ahora temeroso
John.
-Puede que sí, pero no
dejare que nos mate antes de...
Cortando la última
palabra.
-¿Qué ibas a decir?
Pregunto John inquieto.
-Es solo que, bueno,
quiero pedirte un favor. Comento Vel.
-Dime. Respondió
pacientemente John.
-Cuando regresemos,
¿podemos hacerlo?
Pregunto Vel sonrojado
completamente, como tómate.
-Ah vaya... No pensé que
lo fueras a pedir, pero si estás listo, claro.
Respondió también un
poco sonrojado John, pero regresando besó a Vel para calmarlo.
¿Por qué? Quizá porque
esa misión fuese suicida, o tal vez no. No lo saben
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