jueves, 19 de junio de 2014

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Capítulo 1-Desolación

T
odos se quedaron sin habla, todos estaban asombrados. Vel lloraba sin algún control, John se acerco a él y lo abrazó, fuerte haciendo acurrucar la cabeza de John en su hombro.

Calma… Todo se arreglará.
Dijo John consolándolo.
No… No es cierto… Anny está muerta.
Decía entre respiraciones y sollozos Vel.
Tranquilo, cálmate por favor.
Le pedía John, quien abrazaba cada vez más fuerte.
Nadie tenía la fuerza como para decir algo, estaban sumergidos en un abismo de silencio, incomodidad y tristeza.
Jey y algunos dejaron caer una lágrima. Otros se limitaban a guardar silencio, un silencio que ahogaba corazones en dolor.

Pasando los minutos, Vel se recupero con un gran enojo.
¿Cómo fue?
Preguntó.
Estaba peleando contra Shpan… Sólo sé eso, no pude llegar antes, perdón.
Respondió Jey.
¡Dime! ¡Tienes que saber!
Exclamó con euforia.
¡Vel!, cálmate, Jey de haberlo sabido la hubiera salvado.
Exclamó John.

Pero no es justo… No lo es.
No y nunca lo será, pero ahora estamos en algún lugar cuya ubicación no tenemos ni la más remota idea, tienes que ser fuerte.
Repuso Jey, abrazando a Vel.
Tranquilo… Entiendo que no es fácil, pero guarda la calma.
Sí.
Secándose las lágrimas, logró alcanzar una cierta estabilidad, temporal. Observó el entorno, sólo hojas verdes en los árboles y pasto del mismo color pero más claro en el suelo, el cielo era opacado por los árboles, ramas estaban muy por encima de ellos. No podía ver la dirección del sol.

Será mejor movernos.
Propuso Jey.
¿Y a dónde?
Repuso Eric.
En esa dirección.
Dijo Paty amputando a un sendero con flores, blancas y violetas.
¿Cómo lo sabes?
Pregunto Juria logrando ponerse de pie.
Simple, si ven el suelo su color es más verde, eso quiere decir que hay agua, y necesitamos el agua.
Tiene razón Paty.
Completo Vel.
Tenemos que ir por ahí.
Caminaron temerosos de lo que pudieran encontrar, pero listos con sus armas en mano.

Encontraron algunas frutas silvestres, no sabían cuanto tiempo había pasado, una hora, quizá dos… Quizá muchas. Pero algo era evidente, las sombras cada vez eran más profundas y llegaban a formarse penumbras enormes y llenas de oscuridad. Así que decidieron encender una fogata.
¿Cuánto nos durará?
Preguntó Jey.
La fogata, toda la noche.
Repuso John, abrazando a Vel.
¿Dónde está?
Preguntó en silencio Paty.
Jey sabía de quién hablaba, su hermano. La tomo del brazo y se recargaron juntas.
¿No deberíamos dormir en los árboles?
Preguntó Eric.
Tenemos más habilidad en el suelo, en campo abierto podemos usar los árboles, pero, aquí no somos tan bueno… Hay muchos.
Respondió Juria.
Eso lo arreglaremos, ya verán.
Dijo John tratando de dar apoyo al grupo.
Guardaron silencio hasta que por fin lograron alcanzar el sueño… Por un momento.

Cuando escucharon algo. Pisadas.
Esperen.
Dijo John.
¿Lo escuchaste?
Pregunto Jey.
Sí, todos prepárense.
Tomaron postura, Brun y los demás con armas cuerpo a cuerpo. Jeim, Togam y demás con municiones cerca.

No fue un paso, fueron más. Crujido vació tras otro mismo sonido. Gemidos se acercaban lento.
Hasta que lograron divisar el objetivo.
Son Vuggers.
Dijo Togam apuntando.
Explícanos por favor.
Dijo Brun.
Sí, son aparentemente simples. Disparen a la cabeza, así mueren sin pasar a la segunda fase. Pero cuando divisan a la presa sus extremidades cambian a mayor musculatura. Si dispara y no dan en el blanco, muta a una clase de bestia en cuatro patas.
Explico Togam.
Ya veo. Disparen a la cabeza, nosotros procuramos cortar cabezas.
Dijo Jey.
¿Listos?
Dijo Jeim.
¡Ahora!
Togam como Jeim, Jeim como Paty atacaban sin darles oportunidad de evolucionar.

¡Vamos nosotros!
Exclamó Jey.
Los de cuerpo a cuerpo peleaban contra los de segunda fase. Cortando cabezas con las hojas de sus armas.
Vel estaba sentado viendo todo, no tenía fuerza para pelear. No tenía ánimos para matar, o rematar.
Todos peleaban contra un enorme grupo de esas cosas.

Togam disparaba y recargaba velozmente, cubierta por Jeim. Quien recargaba y era cubierto por Togam. Apunte en menos de dos segundos, disparo eminente al cráneo, consecutivamente hasta recargar.
Paty danzaba con gracia manejando los hilos sin dificultad, cortando y mutilando a varios. Con ligeros pasos de un lado a otro daba vueltas tratando de no cortar los enormes árboles a su alrededor. Sus hilos metálicos se alzaban con gran poder por los aires y caían cortando como guillotinas.
John cortaba manejando su arma de gran peso, cortando a la mitad a uno, pateando al de atrás y regresando con el arma en dos manos decapitando a tres a la vez.
Juria pateaba y daba codazos a sus adversarios mientras tomaba energía para cortar con la guadaña. Golpe mortífero en la cara y luego corte en el cráneo.
Brun golpeaba al ojo hasta llegar al cerebro, o lo usaba inmovilizar y golpear con las piernas.
Jey usaba su cuchillo de gran tamaño para decapitar, daba uno o dos pasos hacia atrás y saltaba, en el aire disparaba exactamente a dónde apuntaba. Luego rodaba y disparaba nuevamente.
Eric cortaba con cierta elegancia o simplemente atravesaba el cráneo.

Vel seguía sumergido en sus pensamientos. Pensando si tendría que seguir con el sentimiento de venganza. Sin olvidar la muerte de su hermana y llorarle.  O desaparecer y ser víctima de su suerte.
Claro que sabía cuáles eran sus puntos perjudiciales. El primero era un sentimiento que no traía nada bueno, un sentimiento que envenena el alma y hace caer. La segunda… La más dolorosa, si bien nunca podría olvidar su perdida, pero la podría superar. La última le parecía la má­s fácil, sólo caminar en la dirección de donde salían todas esas cosas y ponerle fin a su tan vacía vida. ¿Vacía?

¡Cuidado, uno alcanzo la fase tres!
Gritó Paty.
¡¿Cómo?!
Exclamó Jey.
Perdón, fue una bala perdida.
Explico Jeim.
No te preocupes, sólo ten más cuidado.
Dijo Togam, con una cálida sonrisa en su cara.

Cuando un grito bestial se alzo en el aire cargado de adrenalina. Un sonido similar  al de un lobo aullando.
¿Pero qué?
Interrumpida Jey noto que el grito provenía del que alcanzó la fase tres.
Togam disparó a la cabeza y lo tiro en un segundo.
Pero los demás monstruos se quedaron quietos, y comenzaron a mutar, con cosas horrendas.

De sus manos crecían garras, sus músculos eran incrementando, en los omóplatos era más que evidente, igual que en las piernas, el cuello y el pecho. De las piernas los pocos que traían zapatos los rompían y crecían garras igual de enormes, seis o siete pulgadas de largo y cuatro de grosor. El pelo envolvía a algunos, y a otros dejaba ver sus entrañas verdes y moradas, con sangre coagulada. Sus dientes tomaban forma de colmillos y creían de una manera monumental.
Los ojos se volvían amarillos.

Quedaba en cuatro patas. Y de la columna crecía una cola, llena de espinas y filosos huesos que sobresalían, de un metro de longitud. Todos ahora eran de lo mismo.
Son cómo hombres lobo.
Susurró Paty.­­­
­Y muy feos.
Comentó Jeim.

¿Qué no se supone que no debían transformarse hasta después hasta que les hiciéramos daño?
Exclamó John.
No entiendo.
Respondió Togam.
El grito, eso les informo… Son como una manda.
Dedujo Jey.


Todo estaba cada vez peor, llegaban más y más. Trepaban por las paredes, caminaban en dirección a ellos, se acercaban con sus bocas abiertas y su lengua retorcerse entre sus dientes. Estaban rodeados.
¡Vel!
Gritó John en voz del auxilio.
¡Vel dinos algo!… ¡¿Qué hacemos?!

Vel seguía sumergido en sí mismo.
John gritó una vez más.
¡Vel!



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