Estaba sentada, como siempre, en un
cuarto grande sin nada en su interior y llena de dolor que se podía sentir, con
su cabello tendido de metales, huesos, y muebles, en la sima de un trono, un
trono color plata, con cráneos humanos decorando como flores el piso, una
mujer, que gozaba de dormir, con un vestido largo, con una cola de boda negra y
manchada de rojo, una falda corta roja por la parte de enfrente, y un corset
del mismo color con un estampado de rosas carmesí, un cabello largo negro y puntas en rojo, tan
negro como la penumbra que adorna la soledad y la locura, unos guantes largos
negros con el fina rojo manchado de sangre, las delgadas manos sosteniendo una
pipa muy extravagante, negra con rojo y dorado, larga y soltaba humo a
montones, pero… [¿Quién era esa mujer?] Era una joven que fue corrompida con el
amor, con la alegría, y eso, acecino la alegría.
-Que divertido el día de hoy, que
cansada estoy- Decía una joven de 15 años, cabello negro, y algunos rayos rojos
como manzana, una piel blanca, y una cara de ángel, alegre y feliz, y los ojos,
eran un bellos y hermosos ojos; color azul rey, un azul tan fuerte en las
sombras y un brillo azul tonado fucsia. Estaba sobre su cama, cansada y exhausta
del ejercicio físico que había hecho, al acostarse sin preocupación quedo
profundamente dormida. Cuando
despertó, era de noche, una noche con el cielo limpio y fresco, la luna se veía
tan llena de brillo y pureza, como la alma inocente de aquella jovencita, se
levanto y se asomo, viendo por la ventana que pasaba por la calle, contemplando
las estrellas que brillaban el cielo, pero escucho una voz incesante en su
tono, era delicado y agudo, era como, -Un niño- Dijo.
Volteó repentinamente volviendo su cara,
al ver, vio a un niño, no más de 6 años, llevaba un suéter de tela rasgada, y
unos pantalones rotos, sin zapatos, con cabello negro y piel morena, con unos
grandes ojos cafés, le sonrió como muestra de amistad, y lo fue analizando para
ver que estaba haciendo ahí, cuando se dio cuenta de lo que tenía en el píe
quedo horrorizada, pero… Trato de ser fuerte ante tal imagen tan impactante, el
niño no tenía pié, solo respiro profundo
y se acerco, y le toco la cara con su delicada mano, el niño, por su lado, no
parecía incomodarle, la joven tenía una mirada de gran empatía, sus ojos
estaban a punto de quebrarse en el llanto de lo triste y miserable que se veía
aquel infante. Sin embargo, el
niño grito: -¡N-NO ME TOQUES!- Quitando
la mano de la joven de su cara. -Pero,
trato de ayudarte, mira, te diré mi nombre, y tú me dirás el tuyo, ¿sí?-
Pregunto ella –Mi nombre es Dainyus, significa espejo, dime el tuyo-. Pero el
niño reacciono de manera diferente, y contesto: -Jeje…
mejor… dame tu pie, así estaré bien, no necesitas mi nombre pero yo si a tu
pie- Asiendo un gesto algo, ciertamente macabro, los espacios de los ojos se
tonaron oscuro, no se veía su pupila si no más que solo un destello rojo, que
no mostraba amor ni nada que se le comparase, sonriendo mostrando sus dientes
grandes, afilados, y muy largos que se hacían espacio mientras abría la boca.
Dainyus se alejo repentinamente, y muy verazmente, arrinconándose en una
esquina, encima de su cama, gritando y viviendo en un mar de desesperación y
consternación, mostrando su miedo en su cara, la boca sin alguna emisión de
algún sentimiento, solo estaba abierta haciendo una mueca extraña, con los ojos
abiertos y visibles del pánico que dominaba su cuerpo rápidamente. Cuando los
cerró, y abrió nuevamente no estaba nada, el niño, se fue y ella se quedo
impactada un momento, cuando logro recuperarse, volteó a la ventana, y estaba
un gato negro, con unos grandes ojos verdes limón, [¿Ojos?]. Cuando se acerco
de frente, pudo contemplar que su ojo derecho era turquesa, ambos brillaban
como gemas. Se sintió, más segura, y le dijo: -Lindo
gato, espero que me escuches, bueno ya que nadie se toma la molestia de
creerme, se que viste todo…- A punto de quebrarse en llanto –Pero, según yo, es
parte de mi enfermedad- [¿Enfermedad?] –Creo tener esquizofrenia, escucho
cosas, veo gente y cosas, que no son normales- [¿Normales?] –Muchos de mis
amigos dicen que veo fantasmas, pero no creo que exista eso, pero… bueno da
igual- Y se hecho sobre su cama, durmiendo, el gato de quedo junto a ella hasta
la mañana siguiente, después de eso, la semana siguiente, el mes siguiente fue
normal, hasta que llego a su casa mientras no estaba nadie. -¿Hola?- Dijo
mientras abría la puerta, y entro, su casa no tenía luz por qué un carro choco
con el poste de luz de la calle, se fue a la sala, y se sentó mientras ponía
una película en la pantalla de su computadora, estaba cómoda, alegre como de
costumbre, pero, la pantalla se lleno de
gris, como cuando se va la señal del televisor, y apareció el niño de la vez
pasada, diciéndole; -Eres adoptada- Ella cerro su computadora rápido, pero lo
seguía escuchando, así que decidió prender su celular, pero este, se yacía
igual, pero no con el niño, si no una mujer de cabello amarillo, y un traje del
siglo XVII. Ella corrió hacia afuera, pero estaba una figura larguirucha,
delgada de color blanco que estaba trepada en el techo encima de la puerta, que
parecía cubrir la puerta con sus enormes garras afiladas que tocaban el suelo,
se alejo con unos cuantos pasos atrás, pero choco con alguien más, era una
mujer esbelta con la figura delgada pero la cara, un poco deforme, su ojo
izquierdo estaba cosido y la demás superficie facial quemada, ella sin alguna
duda estaba horrorizada con todo, llena de miedo y perturbación, se fue a la
cocina donde daba un poco de luz del faro de la casa de atrás, ya que, en unos
cuantos minutos se había llenado el cielo de nubes grises, el ambiente frío y
una lluvia empezó a brotar, con los sonidos de los truenos. Se fue a la cocina
y tomo un cuchillo enorme, el más grande que estaba en la alacena, al esperar
que se acercara una de esas cosas, espero en la angustia, cuando al fin se
acerco alguien, no lo dudo ni un segundo y lanzo un ataque con el cuchillo a
manera de defenderse de lo que fuese que se acerco a ella. Después, solo sintió
un líquido en la cara, una línea que llenaba la mitad de su rostro, cuando
llego a su boca temerosa probó aquel líquido, era… sangre, solo sintió que algo
le tomo la mano, y giro la cabeza hacia abajo, y era otra mano, humana. Al
dispararse un rayo contra el foco de la casa de atrás, logro ver la cara de su
madre, y su cuello, cortado profundamente casi degollada, completamente
sangrando hacia abajo, cuando quiso
hablar, un chorro de sangre salió disparado manchando la mitad que ya estaba
marcada con la culpa y el miedo de la sangre escupida antes, mientras,
reaccionando grito fuertemente “mamá”, sujetando el cuerpo, cual su alma se iba
lentamente entre la agonía del mundo terrenal, y el cielo gris, con el sonido
del grito opacado por el resonar de las gotas que chocaban una y otra vez, y el
detalle de los truenos semejante a dragones bailando en el cielo escondiéndose
entre las nubes de dolor.
Cuando su padre escuchó el grito,
entro rápidamente, pero su vista no fue agradable, era la imagen de su esposa
tirada en el piso, en un charco de sangre, con su hija arrodillada enfrente de
ella, con las manos manchadas de la sangre de su progenitora, con una cara de
impacto, [Púes, no era para menos]. Su padre pensó, “seguramente ella trato de
proteger a nuestra hija”, pero cuando Dainyus giro la cabeza de su padre, la
mitad de su cara estaba manchada con sangre, haciendo la mueca característica,
malinterpretada de satisfacción, y vio el cuchillo alado de ella, el solo
callo, arrodillado, tomo su teléfono para llamar a la policía… Y lo hizo.
La policía no tardo en llegar, la
calle estaba cerrada de extremo a extremo, con luces, azueles y rojas de los
vehículos que habían sido llamados por semejante tragedia, amarillas de los
focos que quedaban, la joven, estaba siendo arrestada, su padre, la observaba
con rencor, y odio, lo demostraba en la
mirada de abandono en su cara y su seño fruncido, ella, se sintió rechazada por
todos, y por su padre, la única persona a la que le tenía confianza, solo
pensaba en morirse. Con una sutil y deprimente canción que tocaba la radio ella
iba saliendo, con lluvia ligeramente fuerte pero constante, pasaba por un
camino abierto, la gente, los niños, los policías abrían paso para ella, todos
le tenían miedo y desprecio, caminaba con lentitud, limpiada de la sangre que
tenía en la cara, tenía dolor en su corazón, paso con la cabezo mirando hacia
el mojado suelo, y entro. Cuando el móvil se empezó a mover, empezó a escuchar
la canción y lloró, lloró como nunca lo había hecho.
Su padre con anterioridad, la quería mucho,
pero después de lo sucedido la odió con su alma y solo quería verla en la
cárcel pudriéndose en la inmundicia, y cuando escucho lo que ella había vivido
antes del suceso, pensó y logró deducir algo, que, ella, estaba perdida en el laberinto
de la locura, que desde hace mucho la atormentaba, pero que por fin, había sido
presa de esa sombra que asechaba con llevársela.
En la corte, su padre optó por que la
encerrarán en un manicomio, ella no estaba presente. Pero escuchaba todo,
[¿Cómo?] gracias a personas que escuchaba, que trataba de ignorar, sin tener
algún éxito, escuchaba lo que le decían, lo que ellos escuchaban, en su cabeza
seguramente pensaba “¿Por qué? ¿Por qué paso eso? ¿Por qué tome ese cuchillo?”.
Se sentó en la esquina del cuarto donde se yacía, perdiendo la esperanza de que su padre la perdonara,
llorando con gotas amargas y frías que salían de sus ojos desesperados, y se
deslizaban lentamente, por su mejilla blanca y lacia, sentía como su fuesen pétalos
de rosas que dejaban sus espinas, abrazó sus pies, pensaba en el suicidio, tomo
uno de los pedazos de muebles tirados, y rompió una ventana, con cuidado, pero
no sirvió de nada, pero como plan de ello, atranco la puerta, el policía que la
resguardaba trataba de abrir con la puerta, puerta de un cuarto sucio, oscuro,
desolado con una silla que oponía resistencia a dejarlo entrar, una ventana
sucia que dejaba pasar un poco de luz del exterior, y una cama en horrendas
condiciones. Tomó el cristal con su mano sucia, y lo puso en su cuello, a pocos
centímetros de tocarlo, cuando cerró los ojos y decidió hacerlo escuchó a
alguien, una voz delgada, joven y algo ronca, que le replico “No, aún no es
hora”, y abrió los ojos, se quedo quieta, impactada, esa voz la reconoció, era
la voz de su madre, y aventó el pedazo de cristal, enseguida entraron policías
y la pegaron contra la pared, entonces ella comprendió que no podía morir aún.
Saliendo de la pequeña cárcel en la
que se encontró, estaba su padre, daba pasos lentos, sujetada con una camisa de
fuerza, con cara seria y serena, vio a su padre, pero su padre la miro
despreciablemente y aparto la vista, ella en ese mismo momento, logro inferir
que, su padre no la amaba más.
Cuando llego al manicomio, era
invierno, estaba frío y nublado, los árboles estaban llenos de sequedad, sin
alguna hoja en sus ramas, era un camino hacia una colina en medio de un bosque,
su alrededor estaban pocos pinos, y en medio del camino, era un edificio muy
particular y estrafalario, una barda enorme de ladrillos grises, y adentro una
estructura de castillo grande, blanco y muy bien preservado, parecía triste,
con cuervos volando y revoloteando. Adentro, la acomodaron en la cima de una
torre, sin alguna esperanza vagaba de un lado a otro, su tiempo lo ocupaba en
cocinar y cuidar aves, en ciertos momentos, se quedaba dormida en el patio con
la esperanza que las aves se la comieran, perdía cada vez la noción de estar
viva, nunca s pregunto, en cómo se llamaba ese “hospital”, cuando estaba cerca
de las paredes se lograba ver un anuncio que reflejaba el nombre; “Borodu” era
el nombre del lugar hostil. Un día, llovía a relámpagos, y ese día no las
dejarían salir, así que estuvieron dentro todo el día, cuando se fue a la
cocina por una manzana, se encontró con una mujer de la misma edad, una joven
de 16 años, cabello corto, ojos no muy grandes ni largos; con un tono naranja y
mostrando solo el izquierdo, el otro era tapado con él fleco del cabello, con
una bufanda de ceda muy ligera color rojo, y el uniforme azul pálido, con un
mísero listón en el pecho. Estaba tomando la última manzana, sintió tristeza, y
se dio la media vuelta, y al estar a punto de dar el primer paso, la joven le
dijo; -¿Quieres la mitad?- y Dainyus
aceptó. Cuando estaban partiendo la manzana, la otra joven dijo su nombre;
-Vale, mi nombre es Vale-. Dainyus se sintió feliz, después de mucho tiempo,
ella sonrió de nuevo, con el tiempo su manera de caminar, hablar y ver el mundo
cambio, ahora, caminaba recta y feliz y no curvada balanceándose entre las
paredes, golpeando contra las personas que estaban cerca, hablaba con mayor
normalidad, sin tartamudear y con más energía que antes. Y ella, pensaba en una
pequeña esperanza. En un tiempo, los encargados del lugar, vieron en cambio tan
radical de ella, y la transfirieron a la planta baja, estaba con ella, alegre y
feliz, por el momento.
Unos días después, desapareció su
amiga, buscaba en todos los lugares, en el patio, las torres, la cocina, los
baños, incluso en el sótano, sin alguna pista, hasta que un día de regreso a su
cuarto, estaba ella sentada, observando con tanta admiración el cielo, que
desde hace mucho, era gris. Y platicaron; -V-¡Vale!, estas aquí, desde hace
mucho que te busco- Exclamó Dainyus. –Lo siento, solo vengo a despedirme, me
tarde tiempo en darme cuenta de mi acción, pero en fin, Dainyus, ¿cuándo
cumples?- Pregunto Vale –El quince de septiembre- Respondió Dainyus un poco
consternada por lo dicho antes. –No, tú cumples el primero de abril, tus
padres, nunca fueron tus padres, fuste adoptada- Dijo Vale, con una mirada
seria y sin rodeos, lo que dejo a Dainyus, traumada. Se recargo contra la
puerta atrás de ella, tratando de digerir lo que había escuchado, pero hablo de
nuevo Vale; -Estuviste en el orfanato “Mañana”, ahora conocido como… Borodu, no
temas, nunca estuviste sola, pero ahora creo que si… solo físicamente- Se levanto
y la abrazo, dejándole en su mano, una pipa larga y delgada, color rojo con
detalles dorados, y le susurro a Dainyus; -Tranquila, estaré contigo siempre,
te amo- Alejándose y abriendo la puerta, sentándose en la delgada orilla de la
ventana de ladrillos blancos y sucios, Dainyus se tardo un momento en entender,
con llena de dudad en su mente, un laberinto sin piso y cielo, solo tenía algo
en su cabeza, preguntas a lo que le pregunto; -¿Por qué?, Esto suena a una despedida,
no te puedes ir, no quiero estar sola, no saltes, ¿Por qué hasta ahora?-
Rompiendo llanto, y Vale le dijo algo que nunca olvidará –Quise ser libre,
ahora, lo puedo ser- posando su mano enfrente de su cara haciendo una señal de silencio,
para calmarla, hasta que al fin, ella Saltó de la ventana, Dainyus se acerco
rápidamente pero cuando se asomo, se veía el cuerpo de Vale rompiéndose y fragmentándose
en cuervos que volaban, dejando su cuerpo en la nada, no estaba nada. Dainyus
se acostó, y lloró por mucho tiempo, días después se enteró, de que Vale había
muerto una semana antes de hablar con ella la última vez, se había cortado y al
salir al patio se desangraba, cayendo y siendo devorada por cuervos, estando
ella, viva… perdiendo la esperanza de salir de ahí, pero sabía que su corazón estaba
lleno de putrefacción, ella había acecinado a toda su familia porque su hermana
menor le golpeo, sabía que su muerte sería cruel y sin piedad, así fue.
Día de navidad, en la noche, en la
cena, ella salió hacia la torre más grande, se sentó junto a la ventana de
madera, en una habitación dejada en el mar del abandono, iluminada por la
enorme luna de ese día, tomo la pipa, y la uso, empezó a fumar, dejando escapar
el humo en el aire frío y sin movimiento, haciendo siluetas poco peculiares del
humo, sin una palabra, en la penumbra y silencio, pensó “Tengo que vivir en
dolor, no, eso sería estúpido, pero… ya no se qué hacer, ¿yo?, ya no sé ni quién
soy, mi nombre es Dainyus, mi apellido desapareció, con el simple hecho de ser
adoptada, es más que suficiente para olvidarme de él, será mejor que, piense
que hacer, según algunas “compañeras” me han dicho que solo se puede estar aquí
dos años, entre cuando tenía 15, casi cumplo 17, esto está mal, que tal si…
consigo apoderarme de aquí, nunca estaría sola, sería genial, sería la reina,
¡la emperatriz!” Se levanto y bajo, fue observando a la gente que pasaba, que
se movía, que la observaba. Entró a su cuarto y tomo una pluma, una libreta, y empezó
a escribir cada nombre que recordaba, y como eran, que acciones hacían habitualmente.
Desde ese momento, desde ahí, fue anotando todos lo nombre, todas las personas,
en una semana tenía a todos, incluso, el encargado del lugar, en un mes tenía
todo planeado, sabía que iban a hacer, que acciones tomarían, pero todo, lo
tenía planeado, en se transcurso de planeación, fue tomando hilo, y enlazando estratégicamente.
Una persona normal solo pensaría salir de ahí, pero no, ella quería apoderarse
del lugar, quería ser alguien extravagante. Una mañana, el primero de febrero, cuando empezó a actuar, se vistió con una ropa
que había hecho ella misma con tela que encontraba, se soltó el cabello tomo la
pipa, y fue pasando entre los pasillo, los guardias le decían que no se podía
fumar adentro, y ella, los ignoraba, y
les repetía; “No me molesten pagarán la factura, muy, muy alta”. Cuando llego a
la oficina del jefe, cerró la puerta, sin llave, ya que él la tenía, empezó a
seducirlo, a consentirlo. Y el jefe, loco de lujuria, cuando lo tenía en sus
manos, saco una daga entre sus pechos, y le corto ligeramente él brazo, y así
fue cortando cada uno de los dedos de la mano derecha. Y cuando se aburrió de
los gritos, para callarlo lamió su
cuello con su lengua roja y caliente, y enseguida lo corto, encajando
lentamente y cortando igual, guiándose
con la saliva que había dejado su delicada lengua, con anterioridad cerró la
puerta, no era una puerta de madera, si no, de metal, los policías trataban de
entrar sin tener algún excito, ella salió por la ventana, y al ver tal
atrocidad todos se dirigieron hacia el cuarto de ella, pero ella sabía eso, su
cuarto estaba repleto de hilos, todos, blancos y finos, hechos de platico. Y
fue jalando uno tras otro, los hilos estaban relacionados como soportes de
pedazos en la infraestructura sueltos, amarrados con armas pulso cortante y
armas de fuego, ya sean pistolas o metralletas. Cuando iba tomando y jalando
uno por uno, parecía disfrutarlo, estaba llena de placer, de lujuria al jalar
cada uno, algunos dejaban caer piezas de metal en los techos, otros jalaban los
cuchillos haciéndolos volar por los aires cortando cuellos, algunos otros hacían
girar hachas que desmembraban a las personas, asesinando a todos, y cuando
algunos pocos llegaron a su cuarto, abrieron fuertemente la puerta, y se
encontraba acostada como si los esperará desde antes, lo cual era cierto, ella
solo jaló otros cuantos hilos, para asesinarlos, no con armas, no ahorcándolos,
si no, cortándolos con los mismo hilos, haciendo pequeñas fuentes de líquido
esmeralda que brillaban con las luces del techo, dejando caer mínimas gotas de
los cuellos, o brazos y piernas que se encontraban en el piso, dejando un
camino carmesí hasta su cuarto, ella lo llamaba ¡arte!. Hasta que asesino a
cada uno de los policías, y cerró las puertas con el hilo, tomando fuertemente
las cerraduras. La respuesta del gobierno se hizo presente, y mando a
escuadrones, militares y policías especializados con órdenes de disparar a
matar sin algún rasgo de misericordia, cuando al fin lograron entrar, se
toparon con una no muy agradable sorpresa, los guardias que con anterioridad la
habían regañado por fumar estaban estáticos, como si fuesen disecados y cubiertos
con un poco de cuero, piel de otras personas, los ojos cocidos, o los ojos y
con extremidades extra o faltantes, los más excéntricos tenían partes de
animales; gatos, perro o hasta reptiles, con los hilos adornando que, si bien estaban
manchados de rojo por todo el manicomio, dejando caer algunas gotas de sangre,
le daba un lugar poco creíble y hasta repugnante ante los ojos de ellos, para
Dainyus, era lo más bello que había visto en toda su vida. Ella estaba sentada
en la cima, posada en una silla de metal y adornada con unos pocos cráneos humanos,
que les replico; -¿No les gusta mi arte?,
mis figuras, acaso ¿no creen que soy buena taxidermista?... amo como esa bella
palabra, tan seductora y desenfrenarte- Con el cadáver, no, con el torso del más
alto puesto ahí, el jefe, abrasándolo, en el momento en el que se dio cuenta
que la observaban, le beso un dedo, lo mordió y lo arranco, escupiéndolo, y aventando el
torso hacia ellos. Hundidos en el pavor y en el horror, comenzaron a disparar
con sus armas, sin algún efecto, ella se movía ágilmente como una bestia, algo
parecido a un gato o jaguar, pero más brusca y rápida, y tomando hilos para
cubrirse de las balas, o para caminar en ellos, así poder confundirlo, algunos
los mato con los hilos cortándolos en pequeños pedazos, otros los aplastaba con
objetos de metal, e incluso con piedras, o los mordía en el cuello arrancándoles
la piel con la boca como vampiro, como un animal que llevaba años haciendo eso,
y para ella era la primera vez, después comiéndolos. Y aniquilando su interior,
al menos afortunados, eran comidos, descuartizados o mutilados por cosas
horrendas, no los pacientes, no los animales, si no monstruos y criaturas del
infierno y del miedo de las personas más sanas, sin explicación alguna. Su
nombre había cambiado, su nombre tenía hermano, o como lo conocen muchos, un
apellido, la pregunta era [¿Cuál?], eran nada más y nada menos que el nombre
del hospital, del manicomio donde vivió no más que 2 años; Dainyus Borodu, en
honor a su “casa”.
Con algunos meses después, decidió dejar ir a
los huéspedes que se yacían en ese castillo, hacia la ciudad para tomar la
ciudad a base de asesinar y dominar, logro adueñarse de ella, y creando murallas
gigantes, reconstruyendo todo, escuelas; ahora eran lugares donde se enseñaban
muchas más cosas, tal ejemplo la ingeniería nuclear, matemáticas cuánticas, y
también, asesinar. Ella tenía 17 años, apenas 4 meses atrás estaba en esa
habitación pensando que hacer, ahora era la emperatriz de esa ciudad infierno,
tenía súbditos, algunos locos, otro no. El gobierno no se dio por vencido y
mandó, y mandó gente, sin alguna victoria, todos eran acecinados o comidos, el
día de su cumpleaños, el primero de abril, lo festejo con un banquete de
comida, de frutas, licores, y carne, no de animal, si no humana, decía “La
parte más dulce del cuerpo humano, son los cachetes de la cara, los invito a
comer todo lo que puedan, pronto llegara más”. Sin duda, la estratega más difícil
del país, y la más loca, las calles eran completamente de piso rojo, y casas, cafés,
su castillo en el centro de un bosque, era negro, y ya no más blanco. Algunas
noches, tocaba un instrumento, un violín bello y entonado, negro y rojo, con detalles
dorados, las cuerdas eran de hilo, y algunas partes eran tapizadas de piel
humana, y huesos de lo mismo.
Su color no era completamente del
mismo tono, si no eran diferentes negros, algunos rojizos, otros grises,
algunos más negros. Si bien alguien común y corriente se podría perder y llegar
a otro lado, pero para la emperatriz, era un juego de niños pasearse por ahí,
ella caminaba libre sobre las calles, calles limpias y “puras” [¿“puras”?], ya
que anteriormente se hacían masacres de personas inocentes, ahora no, todo estaba
bajo control, todos le tenían miedo a la reina de los hilos y la taxidermia,
siempre caminaba en la noche, todos las personas se resguardaban en esas casas,
cuando se aburría iba al lago artificial que había creado jalando corriente del
mar con un camino, y jugaba con los animales silvestres, platicaba con personas
que estaban muertas, ella había entendido perfectamente que no era víctima de
alguna enfermedad generada de la blasfemia y absurda, si no, era diferente.
Cuando tenía hambre, iba al bosque y comía frutas, pero, debes en cuando se le
antojaba la carne humana y mandaba a matar a los súbditos o ella misma lo hacía,
torturándolos y quitándoles las extremidades, o solo disparándoles con una
pistola o con un arco, el arco era una de sus fascinaciones. Su padre, no fue
ni comido, acecinado, ni nada parecido, vivió. Pero como el mayordomo de
Dainyus, al fin y al cabo, no era su padre, lo usaba como un objeto más, lo
azotaba y golpeaba como animal. Sus hermanas las dejo escapar, y nunca, nunca
regresaron a tal infierno, lleno de dolor, desgracia, horro y sangre.
La iglesia y el gobierno, mandaba
armas nucleares, pero eran atacadas las naves por aves, armas, o a veces solo
caían, la iglesia la llamaba “El anticristo” pero, el gobierno no lo creía,
solo pensaba que era un enemigo digna de la muerte más cruel. Ella no le
interesaba, con solo unos 18 años, era dueña de una ciudad donde reinaba la
inhumanidad, sin piedad y habitaban cosas ruines. Un día, ella se encontró con
un niño, de 6 años, ojos verdes como las hojas de los arboles en primavera,
piel blanca y cabello café, lo acaricio la cara, y olió su cabello, cuando le
susurro unas palabras al oído, dijo; -Tengo hambre~-. A lo que el niño levanto
su mano y, cerró los ojos. Dainyus empezó a morderlo y comerlo, primero por el
cuello, siguiendo con sus brazos y la cara hasta completar el cuerpo, cruda la
carne y los órganos, y bebiendo la
sangre, la gente lo observaba como un espectáculo de circo, cuando acabo, del
piso limpio, lamió con su lengua cada gota y rastro que quedaba, cuando acabo con
todo, absolutamente todo, se puso de pie, y la gente aplaudió, que irónico. En
mi humilde opinión eso me gusto. [Esa fue
tu historia ¿no Dainyus?] -Jejeje… si,
gato negro- (La mujer del trono respondía con una sonrisa de locura y
tranquilidad, poniendo su mano derecha con la pipa enfrente)
Fin